Una mala edad

Written on 12:06 by MrPan

Crecíamos deprisa, el instituto se iba convirtiendo en un buen lugar. Yo pasaba de patito feo autista a joven de buen ver, delgado y sociable. Rodeados de influencias y recomendaciones, de Tarantino, Scorsese, Kubrick, los Coen, Hitchcock entre otros. Con las calles sucias y la música en el barrio que variaba entre hip hop americano y techno-gitaneo bajuno que todos conocemos. Casi sin darme cuenta, me había convertido en un componente importante entre el grupo de los chicos del barrio; impulsado en parte gracias a Pepe, en parte gracias al abandono de los que eran líderes y que ya se consideraban demasiado mayores para juntarse con nosotros… en parte por mi precocidad en según qué temas turbios y en según qué juegos de mayores. Nos encontrábamos todos en ese momento de la vida en el que cambian de golpe las prioridades en la vida: esa edad en la que a nuestras amigas de toda la vida, de repente, les empieza a crecer descaradamente el pecho, y a nosotros los cayos en la mano diestra. En la que es difícil concentrarse en otra cosa, las notas empiezan a reflejar el despiste y los padres comienzan a preocuparse.
En aquellos momentos de mi vida, era mi madre la que me recordaba la videocámara. Amenazando con esa psicología invertida maternal típica y entrañable, que si no le daba uso, la llevaría a casa de mis abuelos, para que los demás pudiesen usarla. Aun así, yo pasaba las horas más preocupado por conseguir grabar a escondidas la película del viernes en el plus que de cualquier otra cosa. En mi cabeza, la imaginación iba dando paso al deseo y el pecho luchaba por el liderazgo mientras yo robaba besos a compañeras de clase. Combatiendo con gomina barata el acné y los gallos en la voz… es una mala edad, ya sabéis.

If you enjoyed this post Subscribe to our feed

1 Comment

  1. kontratiempo |

    Mala edad para casi todo (también para la vocación). Yo en aquel entonces escribía (cuentos, poemas). y sobretodo me reía mucho con mis amigas (como ahora, no soy capaz de decir que con más pavo, probablemente estaría mintiendo).
    Lo del cine no me llegó hasta más tarde.
    Echo de menos las hitorias que inventaba entonces: siempre eran truculentas, histriónicas. de muerte y pasión. De personas que se ahogaban. Nada parecido a mí misma (o sí, muy en el fondo. También como ahora). Ya entonces, parece que sólo escribía cuando estaba triste.

    Lo tuyo por el cine es vocación absoluta, ¿no? Y el talento te sobra. Así que nos vemos en los oscar, baby!

     

Publicar un comentario